Home » Posts tagged 'Partido Democrático'

Tag Archives: Partido Democrático

Gianfranco Pasquino: “Conte está en una posición sólida: la oposición no propone nada mejor” @AgenciaTelam

El politólogo y analista analiza la situación política del país, uno de los más impactados por la pandemia del coronavirus.

 

El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, “está en una posición política bastante sólida” pese al tremendo impacto de la pandemia de coronavirus, ya que la oposición “no presentó nada mejor, ni original, ni útil”, y sería “irresponsable” forzar una caída del Ejecutivo en medio de la crisis, dijo en una entrevista con Télam el politólogo y analista italiano Gianfranco Pasquino.

“El profesor Giuseppe Conte, que inesperadamente se convirtió en Presidente del Consejo de Ministros el 1 de junio de 2018, ha aprendido gradualmente, incluso de forma un poco sorprendente, el trabajo de jefe de Gobierno”, planteó Pasquino, profesor de la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos, y profesor emérito de Ciencia Política de la Universidad de Bolonia.

Según Pasquino, Conte, “en un hecho único y raro, llegó además a sobrevivir a un cambio de coalición, en agosto de 2019, excluyendo al ultraderechista Matteo Salvini, jefe del partido italiano más grande según los sondeos, la Liga (ex Liga Noorte), e incluyendo a un partido, el Democrático (PD), al que el Movimiento Cinco Estrellas (M5E) había tratado con un desprecio desagradable”.

“Actualmente, Conte está en una posición bastante sólida políticamente, incluso si, inevitablemente, el coronavirus ha golpeado de forma muy dura a los italianos y ha dañado profundamente la economía”, planteó Pasquino, en un marco en el que el coronavirus mató a más de 22.000 personas en el país europeo.

Desde el 10 de marzo, Conte propuso una serie de medidas escalonadas de restricciones hasta llegar a una cuarentena que se mantendrá hasta el 3 de mayo con prohibición de funcionamiento para todas las industrias consideradas no esenciales.

“Conte hace lo que puede. Sin de ninguna manera ser indulgente con él, no veo quién sabría hacerlo mejor, o menos peor, en todo caso”, analizó Pasquino en esa dirección.

Según el politólogo y dos veces senador italiano, las principales fuerzas de oposición a Conte, la Liga de Salvini y los Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, “no están siendo amigables” con el gobierno.

“Critican lo hecho por Conte, a su persona, y las decisiones del Gobierno. Es una facultad de ellos, pero hasta ahora no han sabido proponer nada mejor, ni original, ni útil”, planteó el analista, discípulo del reconocido Norberto Bobbio.

“Además, las oposiciones a nivel nacional gobiernan en Piamonte, Véneto, Lombardía y tienen no pocas responsabilidades en la mala gestión de la crisis, en particular en Lombardía”, agregó, en referencia a la norteña región que concentra cerca del 50% de las víctimas y que gobierna Attilio Fontana, de la Liga.

En ese marco, Pasquino recordó también la disputa que ha abierto Conte con Europa para que se establezca un mecanismo de solidaridad económica con los países que más sufrirán la crisis.

“Conte ha desafiado a Europa, o más bien, mejor dicho, a los países más críticos de Italia, con una referencia justa al principio de solidaridad. Y tiene razón”, sentenció Pasquino.

“Creo que planteó un problema real, pero lo hizo con demasiada prisa y rigidez. Obtendrá algo más, pero en el complejo Gobierno italiano, está en una situación de relativa debilidad, en particular porque el Cinco Estrellas y Luigi Di Maio, su canciller, son muy ambiguos respecto a sus relaciones con la Unión Europea”, advirtió de todos modos el analista de 78 años.

Luego de una primera etapa de la crisis en la que sectores de la oposición reclamaban la presencia de un gobierno técnico, Pasquino considera “irresponsable” que se pueda avanzar en la caída del actual Ejecutivo.

“El Gobierno ‘Conte-2’ es el único Gobierno actualmente posible”, manifestó.

“Me parece absurdo e irresponsable, no solo para Italia sino para cualquier país, sustituir el Gobierno en una fase de crisis tan aguda, un Gobierno que algo ha aprendido y que, de todos modos, tiene más conocimiento que la oposición y mucha más credibilidad en Europa”, destacó.

Además, opinó que “la clase política italiana no tiene grandes líderes. No veo a ninguno que pueda decir con seguridad ‘será un jefe de Gobierno mejor que Conte'”.

“El gobierno debe proponerse durar al menos hasta enero de 2022, cuando el actual Parlamento, en el que el Cinco Estrellas y el PD tienen la mayoría absoluta, podrán elegir al próximo Presidente de la República”, agregó, en referencia a la elección del sucesor del actual mandatario Sergio Mattarella, que puede postularse a la reelección.

“Los Cinco Estrellas y el PD pagarían carísimo cualquier error que lleve a la caída del Gobierno de Conte. El virus puede volver muy difícil la viabilidad del Gobierno, pero la muerte del Gobierno podría ser decretada por decisiones equivocadas, ambiciones mal puestas y comportamientos intolerables de todos los que deberían hacer funcionar y durar el Gobierno”, finalizó Pasquino.

Publicado el 18 de abril de 2020 en Télam – Agencia Nacional de Noticias

Italia y la odisea de un gobierno insólito

La Unión Europea se agarra la cabeza frente a la inexperiencia e ineptitud del flamante gobierno de Giuseppe Conte. La inmigración y la zona euro, en jaque.

 

FOTO El flamante Premier italiano Giuseppe Conte, en los festejos por la “Festa della Repubblica”, en Roma, el 2 de junio pasado (ANSA/Giuseppe Lami).

No puede sorprender la dificultad de formar gobierno en Italia. Desde las elecciones del 4 de marzo no sólo no ha surgido ninguna mayoría parlamentaria sino que las tres alianzas numéricamente posibles demostraron rápidamente ser políticamente muy complicadas. El ex secretario del Partido Democrático declaró muy pronto que su partido, notoriamente derrotado, pasaría a la oposición.

Entonces, tanto una muy eventual coalición centroderecha-PD como una más viable alianza Movimiento Cinco Estrellas-PD se volvieron impracticables. Permanecieron siendo posibles una coalición entre Cinco Estrellas y toda la centroderecha, o sea la Liga de Salvini, Forza Italia de Berlusconi y Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, y Cinco Estrellas más la Liga.

Dado que Luigi Di Maio, jefe político del Movimiento Cinco Estrellas, como él mismo se define, estableció desde el principio elveto a cualquier presencia de Berlusconi en un eventual gobierno, se mantuvo en pie de manera excluyente una alianza entre Cinco Estrellas y Salvini.

De hecho, ambos eran en cierto modo los ganadores de las elecciones: Cinco Estrellas, el partido más votado (32,2 por ciento); la Liga, el mayor partido de centroderecha (17,3 por ciento), incluso cuadruplicó sus votos de 2013 a 2018. Cinco Estrellas es el partido predominante en el sur y en las islas; la Liga, un partido muy fuerte en el norte, además con notable penetración en las regiones del centro.

El mayor obstáculo a la formación del gobierno derivaba muy comprensiblemente de las distancias programáticas. Cinco Estrellas quiere introducir el denominado ingreso ciudadano para todos los italianos desocupados o con recursos económicos limitados y no cabe duda de que la propuesta de ese ingreso ha sido un componente importante de su éxito electoral en el sur.

Por su parte, la Liga quiere reducir considerablemente los impuestos incorporando un flat tax con dos niveles, de 15 y 25 por ciento.

Probablemente inconstitucional, dado que la Constitución italiana dice que los gravámenes deben ser progresivos, este flat tax (impuesto de tasa única) ha sido, junto con la promesa de contener el flujo migratorio y garantizar la seguridad de los italianos, uno de los elementos más significativos del consenso de la Liga.

En el transcurso de las prolongadas negociaciones entre Cinco Estrellas y la Liga para acordar el llamado “Contrato de Programa”, que serviría de base para lo que Di Maio definió como Gobierno del Cambio, nunca adquirió particular relevancia Europa, es decir lo referente a permanecer en la Unión Europeay el euro.

Ciertamente, la Liga de Salvini es soberanista, pero nunca enfatizó esta característica suya, mientras que Cinco Estrellas pareció haber aceptado la participación italiana en todos los organismos internacionales y supranacionales, incluidas la OTAN y la Unión Europea. El giro decisivo pareció darse con la designación de un profesor de derecho privado de la Universidad de Firenze relativamente oscuro, Giuseppe Conte, de 54 años, como jefe del Gobierno.

En cierta medida, esta designación era una derrota para Di Maio, que tenía gran interés por ese cargo. Por su parte, Salvini no expresó nunca ninguna ambición específica. El obstáculo aparentemente infranqueable surgió cuando Cinco Estrellas y la Liga designaron a los ministros que, según la Constitución italiana, deben ser “nombrados” por el Presidente de la república, quien puede también rechazarlos.

No son pocos los casos notables en los que diversos presidentes han impuesto cambios y seguramente son muchos los casos en los que ha habido cambios que no se hicieron públicos.

Cuando el presidente designado Conte, como mero ejecutor o mensajero, le presentó la lista de ministros al presidente Mattarella, fue denegado el nombre del elegido para el crucial Ministerio de Economía, el profesor de economía de 81 años y ya ministro en el pasado Paolo Savona, cuyos escritos más recientes apoyan no solamente la posibilidad sino inclusive la conveniencia de la salida de Italia del euro.

A la derecha, Matteo Salvini, polémico ministro del Interior italiano; a su lado, Luigi di Maio, ministro de Trabajo e Industria (AFP/Alberto Pizzoli).

Haciendo uso de sus prerrogativas constitucionales, Mattarella, que ha desempeñado con gran inteligencia y autoridad su rol de garante e intérprete de la Constitución, le pidió a Conte (e indirectamente a Salvini y a Di Maio) que eligiera a otra personalidad para ese cargo.

Salvini se opuso sustancialmente y obligó a que Conte volviera a poner su encargo en manos de Mattarella. Consciente de lo improbable de que se formase un gobierno distinto del hipotético Cinco Estrellas más la Liga, el Presidente de la república anunció su intención de dar lugar a un gobierno que llevara a Italia a elecciones nuevas en un plazo breve.

Temeroso de perder votos, Di Maio reabrió las tratativas afirmando ante el Presidente de la república, pocos días antes criticado, al punto de pedirle el impeachment, su disponibilidad para formar el gobierno con la Liga.

Con la aceptación de Salvini y el desplazamiento de Savona a ministro de asuntos europeos nació un gobierno insólito, no solo para Italia, que ha visto de todo, sino también para Europa, que teme la inexperiencia, la incompetencia y la ineptitud de los nuevos gobernantes. La navegación no será tranquila y quizá ni siquiera larga.

Traducción: Román García Azcárate

* Gianfranco Pasquino​ es profesor emérito de Ciencia Política de la Universidad de Bolonia

Publicado en Clarín el 5 de junio de 2018

Eleciones en Italia: Gianfranco Pasquino”Hay un voto de protesta porque al país le va mal”

Entrevista de Elisabetta Piqué

ROMA.– Hay un voto de protesta que se justifica perfectamente. A Italia le está yendo bastante mal y por lo tanto es justo protestar”. Son palabras que, sin pelos en la lengua, lanzó ayer Gianfranco Pasquino, uno de los politólogos más prestigiosos de Italia, que fue alumno de maestros como Norberto Bobbio y Giovanni Sartori.

Profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad de Bolonia y profesor adjunto de la Johns Hopkins University, Pasquino -que fue senador de partidos progresistas en dos oportunidades- advirtió en una entrevista con LA NACION que es un error pensar que en las elecciones italianas ha ganado el populismo.

-¿Cómo evalúa este resultado? ¿Es el triunfo del populismo también aquí, en Italia?

-No. Este es un error grave que hacen los comentaristas italianos y extranjeros. Me parece que no todo lo que no nos gusta es populismo. El Movimiento Cinco Estrellas (M5E) es un movimiento antiestablishment, antipolítica, en favor de la honestidad. Es un movimiento que apunta al cambio. Después, claro, también hay lo que yo defino una “tira” de populismo, pero definirlo populista es un error. Matteo Salvini también es considerado populista, pero también representa el territorio del centro-norte de Italia.

-¿Entonces cómo define este resultado?

-Es un resultado en contra de la política que ha hecho, en particular, el secretario del Partido Democrático (PD) y expremier Matteo Renzi, y de sus colaboradores, que nunca le explicaron qué pasó en el referéndum de 2016 (para reformar la Constitución). Si no se tiene una visión política no se cambia el país, no bastan las medidas de política económica tomadas, que fueron simples “propinas”.

-¿Las elecciones reflejaron un voto de protesta?

-Hay un voto de protesta, de insatisfacción, muy fuerte, que se justifica perfectamente: a este país no le está yendo bien, le está yendo bastante mal y por lo tanto es justo protestar. ¿En contra de quién? De la clase política, en contra de los que están en el gobierno. Es decir, es un voto justificable y muy comprensible.

-¿Qué tipo de gobierno podemos esperar ahora?

-Podemos esperar diversos tipos de gobierno porque las democracias parlamentarias son muy flexibles. Podemos esperar un gobierno guiado por alguien cercano al M5E que obtiene los votos necesarios en el Parlamento. Podemos esperar incluso un gobierno de centroderecha, quizá guiado por Salvini, si obtiene los números, claro, y si logran encontrar entre 40 o 50 parlamentarios dispuestos a apoyarlos. Podemos esperarnos también un “gobierno del presidente”, con una personalidad indicada por [Sergio] Mattarella que logra tener un consenso amplio en el Parlamento, con votos del M5E, de parte del PD y hasta de Forza Italia, del expremier Silvio Berlusconi. Hay diversas posibilidades.

-¿Para usted qué solución es más probable?

-No puedo ser astrólogo (risas). Le digo lo que pienso que sería posible y útil, que es un gobierno que vea el PD junto al M5E y otros pequeños partidos, como Libres e Iguales (de izquierda), que tenga claras algunas prioridades.

-¿Silvio Berlusconi a este punto está acabado?

-Creo que sí. En este punto debería jubilarse, porque fue derrotado sonoramente por Salvini, este es el punto relevante. Y los parlamentarios de Forza Italia ahora saben que si quieren tener un rol específico lo tienen que apoyar a Salvini.

 

 

La modesta calidad de la democracia italiana #elindependiente

Sergio Mattarella, el Presidente de la República italiana

Como ha sucedido en muchas elecciones de los últimos dos o tres años en países importantes, como en el referéndum del Brexit en el Reino Unido, las presidenciales en Estados Unidos, las francesas en las que venció Emmanuel Macron, o las celebradas en Alemania, también las elecciones italianas del 4 de marzo 2018 presentan oportunidades y riesgos.

Los riesgos superan a las oportunidades, si hacemos caso de una mayoría de comentaristas italianos. Personalmente creo que las instituciones de la democracia italiana y los responsables institucionales, en particular el Presidente de la República y el Tribunal Constitucional, podrán hacer frente a los riesgos y optimizar las oportunidades.

El primer riesgo, y el más probable, es que ninguna de las tres coaliciones -según el orden en el que están situadas en los sondeos: el centro derecha; el Movimiento 5 Estrellas; y el Partido Democrático y sus pequeños aliados- obtendrá la mayoría absoluta en escaños en el próximo Parlamento. Añado que ninguno se merece esta mayoría absoluta.

El presidente de la República, Sergio Mattarella, tendrá entonces que elegir a quien considere capaz de formar una coalición de gobierno. Sería la oportunidad de dejar de lado a Matteo Renzi, otra vez derrotado, y a Silvio Berlusconi, que lleva demasiado tiempo en la escena política y que además no podrá optar a ningún cargo debido a una condena por fraude fiscal.

El segundo riesgo para el sistema político es que el Movimiento 5 Estrellas sea el más votado y obtenga el mayor número de escaños, si bien no sean suficientes para llegar a la mayoría absoluta. Sería la oportunidad de ver a los 5 Estrellas obligados a reconocer la necesidad de encontrar aliados con los que tejer una coalición, basada en un programa compartido, por ende pactado, que no podrá reflejar integralmente su ideario.

El tercer riesgo es que gane el centro derecha liderado por Berlusconi -que increíblemente cuenta con el apoyo de los populares europeos- sin que él tampoco tenga la mayoría absoluta de los escaños. Obligado a buscar apoyos en el Parlamento, y si los votos que necesita son pocos, Berlusconi podría encontrar apoyos entre los diputados de los partidos más pequeños, entre los desencantados de los 5 Estrellas o, en menor medida, en el Partido Democrático, cuyos diputados ya ha definido como “apuntaladores”.

Con tal de no volver a votar en breve, lo que pondría en riesgo su recién ganado escaño, un buen número de diputados podría dejarse seducir por las sirenas de Berlusconi. Como alternativa, Berlusconi podría apostar por una gran coalición de “amplios acuerdos” (aunque los números parecen indicar que estos acuerdos podrían no ser suficientemente amplios) con el Partido Democrático de Renzi.

En virtud de la nueva ley electoral, tanto Berlusconi como Renzi han podido elegir a todos sus diputados y senadores. Ellos saben a quién le deben su escaño actual, a quién tendrán que pedirlo mañana para volver a ser reelegidos, y podrían acabar aceptando una coalición Berlusconi-Renzi, pero ¿quiénes se sumarían?

Las oportunidades de esta potencial tercera solución son difíciles de evaluar. Los anteriores gobiernos de Berlusconi no fueron en absoluto satisfactorios y terminaron en 2011 de forma dramática y repentina. El senador Mario Monti se hizo cargo de un gobierno independiente de los partidos.

Ni siquiera el mandato agresivo y antagónico de Matteo Renzi puede ser juzgado de forma positiva. Al contrario, en virtud de sus defectos y límites, ha podido beneficiar a su sucesor, Paolo Gentiloni, que no ha hecho nada nuevo o relevante, pero ha tenido un estilo de gobierno para nada irritante o urticante, más bien tranquilizador.

De este modo, la oportunidad podría presentarse con la continuación de la experiencia de gobierno de Gentiloni, un ex democristiano. Sería el garante, para los europeos y en particular para el descuidado presidente de la Comisión Jean-Claude Juncker, de que habrá -por lo menos durante un tiempo- un gobierno de continuidad y “operativo”. Esta última opción es la más difícil de poner en práctica pero a su vez podría aglutinar el consenso de casi todos los partidos y de una consistente mayoría de los diputados.

Desde hace más de 20 años, todos los presidentes de la República italiana han ejercido un papel político e institucional decisivo. Lo han hecho de manera sabia frente a un sistema político sustancialmente desestructurado, con partidos personalistas, mal dirigidos e incapaces de proponer programas de largo recorrido.

Aunque el presidente Mattarella no querrá admitirlo y seguirá insistiendo que todos los gobiernos son “políticos”, desde su autoridad podría llegar a indicar a los partidos qué gobierno deben apoyar, nombraría al presidente del Gobierno e inspiraría los nombres de ministros valedores de áreas culturales y no tanto de partidos específicos. Serían personalidades competentes, capaces de tener las riendas de la economía y de formular una verdadera política europea/europeísta. Un “gobierno del presidente”, al fin y al cabo.

De nuevo, este “gobierno del presidente” tendrá que enfrentarse a la tremenda asignatura pendiente: una reforma de la pésima ley electoral en vigor que es parte del problema y no ha sabido ofrecer una solución aceptable para las coaliciones, los candidatos al Parlamento o la formación de un gobierno.

Los escenarios aquí dibujados son todos plausibles y factibles. Ninguno contempla un descarrilamiento populista, autoritario ni el colapso de la democracia en Italia. De todas formas, la política italiana continuará siendo fea y la calidad de la democracia seguirá siendo modesta. Ambas reflejan una sociedad que, en su conjunto, no consigue expresar nada mejor.

Gianfranco Pasquino es profesor emérito de Ciencia Política en la Universidad de Bolonia. Autor de Final de partida El ocaso de una república (2013), Partidos, instituciones y democracia (2014) y Deficit democratici (2018). Junto a Norberto Bobbio y Nicola Matteucci es codirector del Diccionario de Política.

Publicado el 3 de Marzo de 2018 EL INDEPENDIENTE