El politólogo italiano Gianfranco Pasquino habló con EL TIEMPO sobre las democracias en la región
El profesor italiano Gianfranco Pasquino es uno de los máximos exponentes y autoridad de las ciencias políticas actualmente en el mundo. Fue presidente de la Asociación Italiana de Ciencia Política y es reconocido como uno de los más importantes pensadores europeos del último medio siglo.
Desde 1975 ha sido profesor emérito de Ciencia Política en la Universidad de Bolonia (Italia), donde es el director del Máster en Relaciones Internacionales ‘Europa-América Latina’ de ese claustro. Ha sido profesor de Cambridge, de Oxford, de la Universidad de California y también en América Latina.
Pasquino fue el invitado principal a la Semana del Politólogo, organizada por la Universidad San Buenaventura, y habló con EL TIEMPO.
Dijo que la mayoría de las democracias en América Latina tienen problemas de funcionamiento. Habló del populismo y aseguró que la región produce caudillos, especialmente porque no hay partidos ni organizaciones políticas fuertes.
En el contexto regional, ¿usted cómo ve el panorama político?
No veo una diferencia sustancial entre gobiernos de izquierda y de derecha. Hago una diferencia entre gobiernos que saben cómo gobernar sus países y gobiernos que no saben cómo hacerlo. En el caso de Brasil, el presidente Bolsonaro no sabe gobernar, mientras que en el caso de Chile la derecha sabe cómo gobernar. En Venezuela, la situación pues no es democrática, mientras que en Bolivia hay una elección libre y la izquierda gana. En Argentina todos dicen que el problema son los peronistas, que son fuertes pero que raramente son capaces de gobernar de manera satisfactoria. Saben cómo ganar elecciones, pero no cómo gobernar.
Es decir, ¿en la región el problema no es de izquierda o de derecha, sino de malos gobiernos?
Exactamente.
Desde ese punto de vista, ¿cómo ve la región, avanzando o estancada?
Lo primero que hay que destacar es que la gran mayoría de los países latinoamericanos son democracias, y eso es muy importante porque si usted tiene una democracia puede cambiar, puede mejorar, puede sustituir a quienes no saben gobernar. Después, el problema es cómo funcionan las democracias. Yo creo que la mayoría de las democracias en América Latina tienen problemas de funcionamiento. Algunos de los problemas son de reglas, también hay problemas de comportamiento de los que tienen el poder, de los que mandan. En algunos casos podemos cambiar a los que mandan, pero si no cambiamos las reglas no tendremos una democracia que funcione bien.
Menciona problemas de funcionamiento. ¿Qué sería necesario cambiar?
En algunos casos, los problemas son los poderes de los presidentes. Y los presidentes que tienen mucho poder raramente pueden ser responsables de lo que hacen, de lo que no hacen, de lo que hacen mal. Entonces debemos redefinir los poderes de los presidentes de la república. En algunos casos, los problemas son las asambleas legislativas, que no tienen el suficiente poder para controlar al presidente y no tienen bastante poder para representar de manera eficaz a los ciudadanos. Los sistemas electorales deben ser reformados en algunos casos. La manera de elección de los representantes debe ser modificada.
¿En la región hay presidentes que tienen demasiado poder?
En algunos casos, sí.
¿Dónde?
Por ejemplo, en Brasil el presidente tiene demasiado poder, y de eso no tengo ninguna duda. En Chile, el poder del presidente es bastante importante. En algunos casos, los presidentes utilizan un exceso de poder político, lo que produce consecuencias negativas.
¿En el caso de Colombia qué ha visto?
No conozco muy bien la situación colombiana, pero me parece que, en general, las elecciones son libres y los presidentes ganan el poder a través de reglas democráticas.
Sabemos que hay un problema de violencia, y está el narcotráfico, pero ese no es un inconveniente institucional, es un problema socioeconómico que incluso puede ser un problema cultural, que es muy difícil de resolver.
¿Se debe avanzar, sobre todo, en el plano social?
Exactamente.
Por acá se habla mucho de caudillismo, ¿ve mucho caudillo en esta parte del continente?
La región tiene una situación favorable a los caudillos porque no hay muchas organizaciones políticas fuertes, sólidas. Los partidos son organizaciones débiles. En Brasil, por ejemplo, los partidos son organizaciones muy débiles; en Argentina, la izquierda ha sido muy débil, el partido radical es un partido pequeño, el partido de la tradición argentina es un partido pequeño, y los peronistas no son un partido. Entonces, los movimientos son importantes, pero no tienen reglas y no tienen democracia en su interior, y los partidos son débiles y en algunas ocasiones son organizaciones personalistas, es decir, el líder del partido crea el partido, el cual dura hasta cuando el líder está bastante fuerte.
Es decir, ¿los partidos deben dejar de ser caudillistas?
Deben fortalecerse como organización. No sé si pueden dejar de ser caudillistas, porque los caudillos nacen dentro de los partidos en algunos casos y en otros casos son los caudillos quienes obtienen el poder de conquistar los partidos. El problema está en los partidos y en algunos de sus dirigentes, que deben resistir contra los caudillos actuales y potenciales.
¿En el caso de Nicolás Maduro estamos hablando de un dictador o de un caudillo?
El problema de los dos partidos más importantes de Venezuela fue que no supieron fortalecerse, no construyeron relaciones con el pueblo, con los electores, con los ciudadanos. El Copei y Acción Democrática abrieron el espacio político para Chávez, y él fue un verdadero caudillo, un líder populista con muchas capacidades que intentó crear un nuevo sistema político.
Pero los populistas raramente saben cómo institucionalizar su fuerza, su poder. Entonces, la situación venezolana es una situación no democrática, podemos decir que es arbitraria también y Maduro utiliza reglas autoritarias. Pero no hay una situación consolidada. Entonces, si los dos grupos no logran una solución compartida es difícil construir algo sólido y duradero en Venezuela.
¿La salida de la crisis venezolana debe tener en cuenta al chavismo?
La salida es como construir reglas e instituciones que sean compartidas entre los opositores y los que apoyan a Maduro. Es claro que Maduro no puede seguir en el poder y debe haber reglas de cogobierno que sirvan para un año de transición y después, elecciones libres. Pero deben existir partidos organizados para producir consecuencias positivas.
Usted menciona el populismo, ¿lo ve aumentando en la región?
Los populistas necesitan que no existan organizaciones fuertes, porque si existen partidos fuertes, porque si existen asociaciones fuertes, los populistas no pueden ganar el poder. Pueden obtener votos, y en Europa hay movimientos y partidos populistas. Los populistas existen porque si evaluamos la democracia como el poder del pueblo, hay populistas, los que dicen que representan el pueblo. Los populistas son más fuertes donde no hay organizaciones fuertes. Entonces, en los países latinoamericanos cuando no hay partidos fuertes, hay líderes populistas. Los partidos chilenos son bastante fuertes, entonces vemos poquísimo populismo. Los partidos en Brasil no son bastante fuertes, entonces Bolsonaro es un líder populista.
¿Cree que las necesidades generadas por el covid-19 les pueden abrir las puertas a los populistas?
Los populistas pueden disfrutar la pandemia de una cierta manera, pero los populistas no tienen soluciones para la pandemia, porque la pandemia necesita soluciones compartidas entre hombres, mujeres y el Estado. Son quienes tienen el poder, especialmente el económico, quienes pueden resolver, quienes pueden enfrentar la pandemia. Los populistas pueden criticar, pueden explicar que saben cómo hacerlo, pero cuando tienen el poder político no saben cómo resolver la pandemia, cómo resolver los problemas del pueblo porque necesitan soluciones compartidas con otros Estados, no contra los otros Estados, sino con otros Estados. No hay una solución nacional para la pandemia.
En Colombia se habla mucho de la polarización, ¿este es un fenómeno local o de toda la región?
La polarización es siempre un problema y nunca una solución. Es necesario que los moderados de izquierda intenten buscar una solución con los moderados de derecha, ese es normalmente el camino para una solución democrática, cuando hay la convergencia entre los moderados. Pero no conozco lo suficiente de la situación colombiana. Pero, en general, podemos decir que hay moderados en todas las democracias, que son los que intentan producir soluciones, controlan la polarización de izquierda y la polarización de derecha.
¿La elección en EE. UU. de Joe Biden implica algún cambio para la región?
En general, puedo decir que Latinoamérica hoy no es muy importante para Estados Unidos. La competencia con China, y de una cierta manera con Rusia, es mucho más importante. Entonces, si los latinoamericanos no crean problemas particularmente delicados, Estados Unidos y Biden no estarán interesados sobre lo que ocurra en Latinoamérica.
¿Podríamos decir que Latinoamérica se mueve entre el caudillismo, el populismo y los malos gobiernos?
No, no podemos, porque América Latina tiene países que son democráticos. Existen caudillos, existe el populismo; en algunos países los populistas parecen ser bastante fuertes, pero el elemento común a todos los países de Latinoamérica es la democracia, y debo decir que hay democracias que funcionan bastante bien y democracias que no funcionan, pero sabemos por los sondeos de opinión que la mayoría de los latinoamericanos prefieren las democracias a los populistas.
¿Qué opinión le merece lo que pasó en Perú, que en menos de dos semanas tuvo tres presidentes?
Perú tiene muchísimos problemas. Los partidos son débiles y la corrupción es muy alta. La inestabilidad política en este país es un fenómeno permanente. No veo ninguna solución. Puede ser que un gobierno de solidaridad nacional produzca algo positivo, pero es difícil convencer a las élites políticas, económicas y culturales de construir y apoyar un gobierno de solidaridad durante un plazo de tiempo bastante largo, cinco o seis años.
¿Esto que pasó en Perú es el reflejo de una democracia débil?
Freedom House, reconocida ONG a nivel mundial, considera a Perú un país “libre” y bastante democrático, pero la calidad de su democracia es débil. No veo una solución en el corto plazo, ahora se deben fortalecer los partidos y compartir el poder. Como país, deben organizarse y luchar. La nación inca debe seguir luchando por defender y fortalecer su democracia.
25 de noviembre 2020 El TIEMPO