Todavía, la Unión Europea puede ser parte de la solución. El problema, nadie debe olvidarlo, ha sido producido por la guerra en Irak, lanzada por los EE.UU. de George W. Bush y la Gran Bretaña de Tony Blair (también con los votos de los conservadores). Desde la segunda mitad de los años 2000, todos los sistemas políticos del Medio Oriente y del Magreb han sido desestabilizados. Todos han mostrado en su interior una mezcla horrorosa de tradicionalismo social, de fundamentalismo religioso, de autoritarismo político. Al Qaeda ha radicalizado la lucha política pero, ahora, parece que Estado Islámico lo ha reemplazado. La explosión de Libia, las guerras civiles en Siria, Yemen y Sudan, el conflicto infinito en Irak, las tensiones en Nigeria y la pobreza en la Africa subsahariana obligan a cientos de miles de personas a emigrar. Los migrantes escogen los países de la vieja Europa, es decir, no quieren ir a los de la Europa centrooriental. Hungría es un país de tránsito.
No un país en el cual los migrantes desean quedarse. Primero, entonces, los migrantes ofrecen un homenaje a Europa como lugar de paz, de prosperidad (a pesar de las recientes tendencias económicas no siempre positivas), de democracias y de protección y promoción de los derechos de los hombres, de las mujeres, de los niños (más después). Segundo, los migrantes en Hungría han mostrado signos y han gritado y cantado “We want Germany”. Eso también es un extraordinario homenaje a los alemanes y a la señora Angela Merkel. Es el reconocimiento más significativo de que los alemanes, gracias a su sistema político, a su eficiencia económica, a su capacidad de respetar las reglas, han conquistado una verdadera hegemonía que, como lo ha escrito Antonio Gramsci, es un conjunto de consenso y fuerza. Según los sondeos del eurobaró- metro, 80% de los ciudadanos de la Unión Europea (y todos los países de Europa fueron invadidos por la Alemania nazi) tienen mucha confianza en los alemanes. La difícil política de recepción de los migrantes en muchos países de la Unión Europa va a cambiar bajo la leadership de Alemania, que ya acoge millones de turcos y de migrantes que vienen de los Balcanes.
Emoción y conmoción. La foto del niño sirio muerto en una playa de Turquía por supuesto ha sensibilizado la opinión pública de muchos países europeos. Es justo que sea así. El proprio grandísimo sociólogo alemán Max Weber ha escrito que la política se hace con la cabeza, pero no sólo con la cabeza. Las emociones cuentas. Las imágenes pueden hacer una diferencia. Pero deben ser interpretadas y explicadas. La responsabilidad de la muerte del niño no es de la Unión Europea. Es de los que en Siria luchan en una compleja guerra civil en la cual hay una peligrosa presencia de los guerrilleros de Estado Islámico y parece difícil derrotar a un dictador sanguinario como Al-Assad. El niño nos habla en nombre de todos los que quieren vivir en sistemas políticos aun no necesariamente democráticos, pero que logran garantizar orden político sin terror. En las condiciones existentes en Africa y en Medio Oriente, parece hoy muy difícil establecer una clara distinción entre los que intentan huir de la pobreza y del hambre, migrantes clandestinos, y los que dejan su país por opositores políticos de regímenes represivos y opresivos: los refugiados políticos. No es correcto hablar de una “crisis” humanitaria. Es un poderoso desafío humanitario. Los europeos tienen todas las herramientas, sociales, culturales, económicas y políticas para ganar el desafío humanitario en el Viejo Continente. Todavía es clarísimo que la victoria nunca será definitiva mientras existan dictadores, fundamentalistas religiosos, teócratas y terroristas financiados por algunos Estados árabes. Sin transformar de manera democrática Medio Oriente y Africa, muchos migrantes continuarán escapando de la opresión y la Unión Europea deberá ofrecer asilo(y civil).
Suplemento especial de diario PERFIL sobre el drama de los refugiado. Domingo 6 de Septiembre de 2015